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estas cosas son las que me inspiran a en lo creativo

sábado, 29 de mayo de 2010

Museo de Arte Precolombino e Indígena

REGIONES
en el Arte Precolombino e Indígena




El MAPI muestra desde mediados de octubre de 2009 y hasta agosto de 2010, piezas precolombinas de diferentes regiones de América provenientes de su propio acervo, del MUHAR y de colecciones privadas. Se incorporan a esta muestra piezas textiles de arte indígena que mantienen tradiciones ancestrales, la mayoría de ellas elaboradas en el siglo XX. Las mismas llegaron al Museo gracias a donaciones realizadas en 2009, y se suman a piezas aportadas por otros coleccionistas, para definir un espacio de exhibición textil vinculado a algunas de estas regiones.





REGIÓN MESOAMERICANA REGIÓN INTERMEDIA REGIONES CENTRO Y SUR ANDINA HUIPILES





REGIÓN MESOAMERICANA


A lo largo de más 3.000 años, los actuales territorios de México, Belice, Guatemala y parte de Honduras, El Salvador y Costa Rica, constituyeron una amplia área cultural donde habitaron diversos grupos étnicos y lingüísticos. A estas culturas se las entiende y estudia dentro de una unidad mayor, denominada complejo mesoamericano, que se define en base a una serie de características comunes: la constitución de sociedades organizadas en estados y fuertemente jerarquizadas; centros ceremoniales que, además de su función, organizaban el espacio; agricultura, principalmente del maíz, y sofisticados sistemas de irrigación; la creación y desarrollo de una escritura en base a grifos (símbolos) plasmados tanto en estelas de piedra como en manuscritos; el desarrollo de ciencias complejas como la astronomía y las matemáticas; el uso de precisos calendarios, uno ritual (260 días) y otro civil (365 días); un amplio número de dioses representados con frecuencia en esculturas con formas humanas y animales; cultos y ritos comunes, como el juego de pelota y los sacrificios humanos; ciudades con una arquitectura monumental, en la que destacan las pirámides escalonadas; la aparición de un clase de artesanos y de un arte vinculado principalmente a lo político-religioso; el uso de semillas, granos, plumas y posteriormente metal, como monedas de cambio, entre otros.

A pesar de la diversidad étnica y lingüística el área alcanzó un grado de relativa homogeneidad, gracias a los contactos existentes entre las diferentes regiones mesoamericanas tanto a través de intercambios comerciales como de campañas militares.

Culturas del Golfo de México

Los Olmecas, y posteriormente las culturas de Veracruz y Huasteca, entre otras, se desarrollaron en y desde el área cultural que comprende el territorio formado por una franja costera conocida como Golfo de México. En estas tierras bajas, tropicales, salpicadas por ríos y pantanos, durante el período conocido como Preclásico o Formativo (1.800 – 200 a.C.) y en el contexto de los primeros asentamientos agrícolas, floreció la civilización más antigua y la base para los demás desarrollos culturales de Mesoamérica, los Olmecas, los habitantes del país del hule. Es durante el desarrollo de esta cultura que aparecen los primeros centros ceremoniales (estructuras piramidales dedicadas al culto); un poder religioso-político centralizado en el que se apoyaba una élite de gobernantes-sacerdotes; diversas expresiones artísticas: la cerámica y la escultura monumental, como las cabezas colosales, con su característicos rasgos físicos y cascos.

Su declive se inicia alrededor del 400 a.C., pero su herencia cultural será recogida sucesivamente por las demás culturas mesoamericanas.



Culturas del Occidente de México

Sobre la costa del Pacífico, en el extremo occidental de México, en los actuales Estados de Guerrero, Colima, Michoacán, Jalisco, Nayarit, Guanajuato y Sinaloa, se desarrollaron diversas culturas casi al margen de los grandes centros culturales de otras regiones. En la gran mayoría de estas culturas, conocidas muchas veces con el nombre de los estados a los que pertenecen, no se desarrollaron centros ceremoniales o la arquitectura y escultura monumental, ni la escritura ni las grandes ciudades y el calendario, con excepción de los Tarascos. Se trató en su mayoría de sociedades que vivieron en pequeños poblados agrícolas gobernados por un cacique y en los que se destacó el desarrollo de la alfarería, teniendo la misma un estilo y características propias, como en Colima, Jalisco y Nayarit, donde se modelaron aves, perros y otros animales, así como personajes en actitudes cotidianas.


Culturas Preclásicas del Altiplano Central (1.800 – 250 a.C.)

En el Valle de México, cercanas al lago Texcoco y ubicadas en tierras fértiles, florecieron las culturas preclásicas del Altiplano Central, entre las que podemos mencionar: Zacatencos, El Arbolito, Ecatepec, Tlatilco, Tlapacoya y Cuicuilco. Estos grupos no llegan a constituirse en estados ni a conformar grandes ciudades. Por el contrario, desarrollan aldeas con un centro ceremonial a cuyo frente se encuentra una clase dirigente de sacerdotes-gobernantes. Tenían una economía básicamente agrícola y una importante actividad comercial. Se dedicaban a la astrología y la astronomía y conocían el calendario. La formalización de la religión tiene lugar con las primeras representaciones de dioses en Mesoamérica, como por ejemplo la del Dios de la Lluvia, Tláloc.

Estas culturas fueron influenciadas por los Olmecas alrededor del 1300 a.C. Hacia finales del Período Preclásico el volcán Xitle entra en erupción y los pueblos del Altiplano Central migran hacia el sur, el este y el noroeste (Teotihuacán).


Teotihuacán (200 – 900 d.C.)

Teotihuacán, ciudad donde moran los dioses, se localiza al este del lago Texcoco, en el Altiplano Central. Surge en el Preclásico tardío como un pequeño centro agrícola, comenzando su crecimiento con el aporte de los pueblos del Altiplano Central, Golfo de México y Valle de Oaxaca, adoptando el aspecto de un verdadero centro urbano de sorprendentes dimensiones, con numerosos monumentos, hacia el año 250 d.C. Llega a tener una población superior a los 100.000 habitantes en el momento de mayor auge. Su economía se centró en torno al comercio, controlado por una clase dirigente. Poseía un gobierno teocrático-militar, y clases sociales bien diferenciadas: una baja, compuesta por artesanos y agricultores, y otra alta, de sacerdotes y militares. Teotihuacán difundió por toda Mesoamérica sus dioses, que perduraron hasta la época de los Aztecas (Tláloc, Xipe Totec, Huehueteótl, entre otros), y fue tal su irradiación que, aun después de abandonado, el sitio se convirtió en centro de peregrinaje. Algunos investigadores identifican cuatro etapas en el desarrollo de esta urbe: Teotihuacán I (300 a.C. - 0), Teotihuacán II (0 – 250 d.C.), Teotihuacán III (250 – 650 d.C.) y Teotihuacán IV (650 – 800 d.C.).



Los Mayas del Clásico (250 – 900 d.C.)

En algunos de los actuales estados de México, Guatemala, El Salvador, Honduras y Bélice y durante el primer milenio de la era cristiana (Período Clásico) se da el mayor esplendor político-cultural Maya. Los centros ceremoniales, surgidos algunos en períodos anteriores, se fueron desarrollando gradualmente y conformando importantes ciudades como Tikal, Bonampak y Calakmul, entre otras. Las mismas estaban constituidas por templos, edificios administrativos, plazas, canchas de juego de pelota, etc., y funcionaban como verdaderas ciudades-estados. Alrededor de ellas siguieron existiendo los centros rurales, donde se practicaba la agricultura intensiva, principal recurso económico. Poseían una sociedad fuertemente jerarquizada, en cuya cúspide estaban los gobernantes (emperadores) seguidos por una corte de dignatarios, servidores, sacerdotes y artesanos. Los Mayas sobresalieron en el estudio de los astros, del calendario y las matemáticas, elaborando también una forma de escritura propia. Su religión se convirtió en un culto organizado, con divinidades relacionadas a la agricultura y la fertilidad (Dios de la Lluvia, del Maíz, del Sol, de la Luna), y un creador, Itzamná. Al final del período, la mayoría de las poderosas ciudades fueron abandonadas y decayeron. Muchas hipótesis se han planteado, pero aún continúan sin ser claras las causas de la decadencia de la civilización Maya.



Los pueblos de Oaxaca (Zapotecas y Mixtecas)

A partir del 600 a.C. en la región de Oaxaca surgieron centros ceremoniales importantes como Monte Albán, considerada hoy la capital de los Zapotecas. Este pueblo, cuyas huellas más antiguas presentan una fuerte influencia Olmeca, contribuyó al crecimiento de la región y a la difusión de algunos rasgos relevantes en el mundo mesoamericano, como la escritura, los conocimientos matemáticos y el calendario, rasgos que se le atribuyen a los Zapotecas. Alrededor del 800 d.C. el poder de Monte Albán empezó a decaer, y fue despoblándose. Al mismo tiempo, apareció un nuevo grupo que heredó la cultura Zapoteca y la fusionó con la suya: los Mixtecas, pueblo de las nubes. A partir de ese momento el papel de capital de Oaxaca lo ocupará la ciudad de Mitla, anterior capital de los Mixtecas.






“In honor of Maya Women of Chiapas”. Postales de Christine Engla Eber. Gentileza de Macarena Montañéz.



Los Aztecas

En 1345 d.C., pueblos nómades de lengua náhuatl se establecieron de forma definitiva a orillas del lago Texcoco, y sobre una isla fundaron lo que se convertiría en la capital del imperio, Tenochtitlán. Este pueblo era conocido con el nombre de Azteca o Mexica. Su economía estaba basada principalmente en la agricultura, y en un intenso sistema comercial. Algunos de sus productos principales eran cacao, maíz y algodón. Poseían una sociedad fuertemente jerarquizada y veneraban a múltiples divinidades. Huitzilopochtli era el principal: Dios de la Guerra y el Sol, su culto estaba asociado a los sacrificios humanos y al xochiyayolt o guerras floridas, cuyo objetivo era la captura de humanos destinados a los sacrificios.

En un breve tiempo este pueblo sometió a sus vecinos limítrofes a través de una política de expansión económica, militar y religiosa, que tenía como fin abrir nuevas rutas comerciales y obtener tributos de los pueblos subordinados, entre otros. Alrededor del 1500 d.C., bajo el reinado de Moctezuma II, el imperio azteca alcanzó su mayor dimensión, ocupando gran parte del actual territorio de México. Tras largos combates, Hernán Cortés, aliado con tlaxcaltecas, enemigos de los mexicas, sitió y tomó Tenochtitlán. El imperio de los Mexicas dejo de existir como tal y pasó a formar parte del territorio llamado Nueva España.



HUIPILES
Mayas en Guatemala



Para los mayas el tejido es un atributo de las diosas lunares.

Ixchel es la diosa de la fecundidad y el tejido; su hija, Ixchebel Yax, la diosa del bordado.



Los textiles mayas en México y Guatemala son un indicador cultural y símbolo de identidad nacional; en los mercados, un punto de atracción para el turista, para la familia una forma de sostener la economía, para la mujer una forma de presentarse.



Las mujeres indígenas que permanecen fieles a la tradición visten huipiles, fajas y tocados realizados por ellas mismas en su telar de cintura o de palitos.
La cosmovisión maya llega hasta hoy a través de la indumentaria de las mujeres que visten sus trajes regionales. En estos tejidos se puede identificar el grupo étnico, la comunidad a la que pertenece la tejedora y el lugar que ocupa en la sociedad.









Entre las actividades cotidianas las mujeres elaboran sus prendas y las de su familia; también aquellas que van a comercializar al mercado o son solicitadas por encargo desde otras comunidades.

Cada huipil es singular, los paños que lo forman tienen el ancho de los brazos de la tejedora. Al plantear la urdimbre ella concibe el diseño de la prenda según sea su uso futuro: diario, ceremonial, boda o luto.

En el telar, los hilos se colocan de a dos, de acuerdo a la concepción maya de la complementariedad entre hombre y mujer, unidos en la creación y en armonía con el universo. Con el movimiento de su cintura, la tejedora determina la tensión de los hilos y con sus dedos, tomando los colores, va brocando figuras y símbolos. Diseños contemporáneos se integran con figuras de la geometría maya que representan el sol, la lluvia y la tierra, junto a símbolos como la serpiente y el águila bicéfala. En el bordado, flores y pájaros evidencian creatividad, destreza técnica y manual y la influencia exuberante de la naturaleza que las rodea.



En la actualidad, en estas prendas se reconoce el sincretismo maya-cristiano y la dinámica de los intensos cambios culturales acumulados en tres épocas: pre-hispánica, colonial y contemporánea. En los tejidos se identifican costumbres, tradiciones y valores de la cultura maya, se articula el pasado y presente de cada comunidad de generación en generación.



En Guatemala –país marcado por la violencia, terremotos y desplazamientos de sus habitantes– los indígenas representan el 38 % de la población: 14.000.000.

Los principales grupos lingüísticos son: Quiché, Cakchiquel, Mam, Tzutujil, Pokoman, Cluj, Ach-i, Kanjobal. Se hablan 21 de los 30 idiomas de origen maya además del castellano –idioma oficial–, el xinka, de orígen mexicano y el garífuna, de raíz amerindia.



Se exponen huipiles de uso diario, tejidos en la década del 70 en diferentes localidades y regiones. Representan una pequeña muestra de la gran diversidad de técnicas y diseños de los textiles de Guatemala.



*huipil: blusa de mujer. Prenda que cubre el torso de las mujeres, puede ser abierto o cerrado; debajo se usa el corte, una tela de varios metros que se enrolla en la cintura y se sujeta con una faja realizada en telar de cintura.



*brocado: tejido realizado con tramas suplementarias de un material diferente al de la base. Los brocados son tejidos lujosos usados en varias partes del mundo, aquí se hace referencia a una técnica.





HUIPILES GUATEMALTECOS

Colecciones Lía Cosse, Zito-Castillo



1. Huipil de uso diario, bordado a mano.
Patzún, Chimaltenango. Grupo: Cakchiquel.



2. Huipil de uso diario, doble faz de urdimbre; brocado con motivos de animales. Dos paños de algodón unidos por randa multicolor.



3. Huipil de uso diario, brocado en pecho y aplique de cintas en cuello.
Todos Santos Cuchumatán, Huehuetango. Grupo: Mam.




4. Huipil de uso diario, técnica de base, Pic bill. Cuello y hombros bordados a mano.
Cobán. Grupo: Kekchi.



5. Huipil de uso diario, en cuatro paños; detalles en terciopelo azul. Brocado en cuatro tonos.
Almolonga. Grupo: Quiché.



6. Huipil realizado en un paño, con bordado a mano y terminaciones en crochet.
Joyabaj. Grupo: Quiché.


7. Huipil de uso diario, base de algodón, dos paños unidos por randa de colores, brocado.



8. Huipil de uso diario; brocado y bordado a máquina en parte central.
Quetzaltenango. Grupo: Quiché.



9. Huipil de uso diario. Brocado.
Sin datos del lugar de procedencia.


10. Huipil de uso diario.
San Mateo Ixtatán. Grupo: Chuj.



11. Huipil de uso diario. Dos paños, brocado y apliques de terciopelo en cuello y hombros.
Santa María de Jesús. Grupo: Cakchiquel.



12. Huipil de tres paños, brocado formando una cruz, brocado y detalle en cuello en zig-zag.
Chichicastenango. Grupo Quiché.





Cuando llegué a Guatemala, lo primero fue el color. Me llamaron la atención las variedades tonales de la naturaleza y sus contrastes. En los mercados que venden textiles se ven colores similares transportados al algodón. En ellos nada es sencillo: son la otra piel de los cuerpos que cubren.

En este sentido hice un proceso de compresión que me llevó mucho tiempo. Cada vez que elegía un huipil me quedaba el sentimiento que debía haber elegido otro... Me cuestionaba acerca del sentido de adquirir lo que era patrimonio de los pobladores originarios de Guatemala. Me respondí que algún día iba a volver a Uruguay, e iba a hacer conocer estas piezas.

Cada una de ellas tiene una historia detrás: la de la tejedora, que dedicó tantas horas a su elaboración. En algunos casos las mujeres venden una prenda usada, propia o de la familia.

Recorriendo los pueblos y pequeñas ciudades del interior, tomé contacto con las características de la vida cotidiana, ligada a las tradiciones y asentada en el trabajo para resolver las necesidades básicas. La variedad en los diseños y colores de los huipiles, que siempre me maravilló, es una manifestación de la diversidad cultural de los colectivos indígenas y de la creatividad de cada mujer tejedora. Lo que para mi vista inexperta de los primeros tiempos era “parecido” me reveló –luego de una observación más constante– diferencias regionales y locales.

Los huipiles son parte de una tradición difícil de mantener en el mundo actual. Es por ello que adquieren un valor de testigos insustituibles de una cultura plena de particularidades vinculadas por una historia común y rica.

Esta pequeña colección cumple con el sentido que le había dado inicialmente al estar ahora “disponible” en Uruguay. A su vez, establece un puente entre espacios y tiempos diversos en esta América Latina única y múltiple.*



Lía Cosse



* La colección de Lía Cosse está integrada por huipiles, más algunas fajas, tzutes y cortes. Es representativa de la variedad de técnicas, diseños y colores utilizados en las distintas regiones del país durante los años ‘70 del Siglo XX.



REGIÓN INTERMEDIA



La región conocida como Intermedia está ubicada entre Mesoamérica y los Andes Centrales, integrando el sur de Centroamérica y el noroeste sudamericano (gran parte de Ecuador, las tierras altas y los llanos de la costa oeste de Colombia, el oeste de Venezuela y América Central al este de Honduras). Esta región albergó las primeras sociedades tribales y jefaturas que experimentaron con la agricultura, la vida en aldeas y la elaboración de cerámica desde el 4.000 a.C., e irradiaron sus innovaciones hacia el norte y el sur, sirviendo de base a complejas organizaciones sociales, culturales y políticas. Abarca diversos ambientes, desde tierras altas a llanuras y costas al oeste. Entre la variedad de paisajes se encuentran la selva tropical amazónica, la costa oceánica y la cordillera de los Andes Septentrionales. La cordillera, que atraviesa la región de sur a norte, separa la costa del Pacífico de los llanos y la selva al oriente. Los intercambios y relaciones entre las culturas asentadas en las diferentes regiones han sido constantes desde tiempos remotos, lo que se manifiesta en sus distintas expresiones materiales. En ese sentido la cerámica y sus diseños representan elementos de ambientes distantes, producto de este intercambio. La fluidez de las relaciones e interacciones no impidió el desarrollo de tradiciones y estilos particulares, que proporcionan a la región una riqueza y diversidad características.

Estas culturas prehispánicas han sido agrupadas en cinco grandes períodos que abarcan más de 10.000 años, durante los cuales surgieron y se desarrollaron diversos grupos. Los primeros dos períodos (precerámicos) son los llamados Paleoindio y Arcaico (13.000 a.C. - 4.000 a.C.). A los tres restantes con actividad cerámica se los denomina: Formativo (4.000 a. C - 500 a.C.), Desarrollos Regionales (500 a.C. - 500 d.C.) e Integración (500 d.C. - 1500 d.C.)



Período Formativo

A partir del 4000 a.C. en las tierras bajas costeras se desarrollan las primeras sociedades agroalfareras. Los grupos se sedentarizan en torno a centros cívicos ceremoniales. Se incrementa la cestería y se desarrolla la alfarería con un fin utilitario y llegando a formas y diseños innovadores y complejos.



Período Desarrollos Regionales

Los grupos se asientan en diferentes regiones y se organizan en jefaturas y cacicazgos, desde donde interactúan. Habitan aldeas pequeñas, practican agricultura y desarrollan la cerámica y la metalurgia. Se identifican varias tradiciones cerámicas en la costa y en la sierra. La decoración incluye pintura blanca sobre rojo y pintura negativa. Los grupos que alcanzan mayor desarrollo en la manufactura cerámica se ubican en la costa.



Período Integración

Antes de la conquista incaica en la región interandina, cerca del 1470 d.C. y de la llegada de los europeos en 1532 d.C., se profundizan los cambios. Esta época está marcada por la presencia de cacicazgos regionales consolidados o señoríos, con crecimiento demográfico, nuevos centros urbanos y diversificación de la producción agrícola. Es característica la cerámica con pintura negativa y franjas en positivo en rojo o amarillo, junto a otras producciones artesanales como la textil y la metalúrgica.






REGIONES CENTRO y SUR ANDINA

La región centro andina comprende a los actuales territorios de Perú y Bolivia. En ella se distinguen tres zonas medioambientales dispuestas longitudinalmente de norte a sur: costa del Pacífico, cordillera andina y selva amazónica. A lo largo de miles de años de ocupación de esta área tuvieron lugar formas culturales con rasgos comunes. Sus poblaciones alcanzaron altas densidades y un elevado nivel de especialización y estratificación social. Practicaron una agricultura basada en el cultivo del maíz, la papa, la yuca y varios tipos de frijoles, así como la crianza de llamas y alpacas; se maximizó la utilización de los recursos de la región, con obras de regadío en la costa y terrazas de cultivo en las laderas montañosas.

Existen testimonios de una importante tradición cerámica, metalúrgica y textil; esta última logró conservarse gracias a las condiciones áridas de las zonas costeras, donde se efectuaron los enterramientos de los difuntos.

La historia cultural del área andina se divide en distintos períodos en relación al desarrollo de la cerámica y la iconografía: tres Horizontes –Temprano, Medio y Tardío– separados por dos períodos intermedios –Temprano y Tardío–. Durante los horizontes, las distintas culturas se insertan dentro de una tradición común (generalmente por dominación de un grupo sobre vastas regiones) y es a lo largo de los períodos intermedios donde disminuyen las influencias centralistas y se desarrollan sociedades más diferenciadas.

Al sur de esta región se encuentran los pueblos que ocupan los territorios montañosos del noroeste argentino, norte y centro de Chile, conformando un área cultural diferenciada denominada sur andina. La zona presenta una menor uniformidad cultural. Algunos grupos directamente adyacentes a los Andes centrales recibieron considerable influencia de las culturas andinas, mientras que los Araucarios, que se encuentran a mayor distancia, mantuvieron una mayor independencia.



Horizonte Temprano: Chavín

Durante este período (900-200 a.C.) el estilo artístico correspondiente a la cultura Chavín se difunde desde el valle de Mosna, con su centro cívico Chavín de Huantar, a lo largo de los Andes septentrionales y costa norte, y en menor medida en la costa centro-sur, donde predomina la tradición Parakas, que incorpora motivos de influencia Chavín. Algunos investigadores han relacionado la difusión de estos rasgos artísticos y arquitectónicos con la expansión de un culto religioso centrado en la figura del Dios de los Báculos, un personaje antropozoomorfo representado por la forma hombre-jaguar, que suma otros rasgos animales –aves de rapiña, serpientes, otros felinos, murciélagos, cangrejos, cocodrilos, etc.–, que varían en las diferentes áreas de influencia. Las representaciones artísticas se encuentran en los templos u otros centros, en frisos o esculturas, así como en la cerámica y los textiles.



Intermedio Temprano: Moche y Nazca

Después del declive Chavín (200 a.C. aprox.) se inicia el florecimiento de culturas regionales (hasta el 600 d.C. aprox.). El estilo Chavín es sustituido por estilos más localizados. Se desarrollan grandes ciudades y estados, la guerra se vuelve más habitual y aumentan las fortificaciones y las ciudades amuralladas. Para aumentar el área cultivable se construyen grandes sistemas de irrigación en los valles de la costa. Crece la población, así como la cantidad de artesanos en el arte cerámico, textil y metalúrgico. En este período se desarrollan, entre otras, las culturas Moche (costa norte) y Nazca (costa sur). En la primera se produce una cerámica modelada y pintada, tanto de uso doméstico como ritual, donde se representan figuras ántropo y zoomorfas, dioses, prácticas ceremoniales y sexuales, edificaciones y escenas de caza, pesca, agricultura. La cultura Nazca se caracteriza por el desarrollo de una cerámica pintada, cuyas representaciones (figuras geométricas y zoomorfas) repiten, en muchos casos, los diseños de los textiles y de su más conocida creación: las líneas de Nazca –grandes dibujos en suelo desnudo que se han realizado quitando pequeñas piedras y son visibles desde una perspectiva aérea–.



Horizonte Medio: Tiwanaku y Wari

Es en este período (600-1000d.C.) que prevaleció nuevamente en la región una tradición común. La Cultura Wari (o Huari) al norte y Tiwanaku (o Tiahuanaco) al sur, predominaron ampliamente en los Andes centrales, difundiendo su arte. El control Tiwanaku se expandió desde la capital, con ese nombre, al sur y al este de esta región. La ciudad de Tiwanaku llegó a albergar cerca de 40.000 personas; contenía centros ceremoniales, plataformas para las residencias de la élite, patios hundidos, pequeños altares y tumbas y esculturas como el monolito grabado conocido como la puerta del sol, donde está representado el Dios de los Báculos. Este personaje fue también motivo frecuente en la cerámica y el arte textil, así como los pumas y las figuras humanas. La vasija característica de esta cultura era una copa conocida con el nombre de kero.

La cultura Wari domina la región al norte del lago Titicaca (valle de Nazca, sierra septentrional y costa centro-norte). En la elaboración cerámica presenta variaciones con respecto a la de Tiwanaku, aunque es evidente la influencia de esta última en las representaciones Wari.

Alrededor del 1000 d.C. se produce el declive de estos estados y el abandono de sus centros.



Intermedio Tardío: Chimú

La desaparición de los símbolos de las culturas del período anterior en las obras de arte marca su final, y da inicio a nuevos desarrollos de tradiciones regionales. Desde su capital Chan Chan, una gran ciudad en el valle de Moche, los Chimú fueron incorporando nuevos territorios, consolidando un gran imperio de unos 1000 Km. de extensión alrededor del 1200 d.C. El poder político, económico y social se concentra en una aristocracia hereditaria, bajo la cual se encuentra una clase compuesta por funcionarios menores, comerciantes y artesanos especializados. Estos últimos se destacan en el arte plumario, el trabajo con conchas y piedras semipreciosas, el tallado de la madera, la orfebrería en cobre, plata y oro y el arte textil, con una amplia gama de tejidos, con finísimos trajes de uso ceremonial y ofrenda funeraria. En la alfarería predominan botellas con variadas representaciones de figuras modeladas (antropo y zoomorfas) caracterizadas por el color negro brillante de su superficie.

En 1465 d.C. este imperio cae bajo la conquista incaica.



Horizonte Tardío: Inca

En el valle del Cuzco, en los Andes meridionales y durante el siglo XV, los Incas, en base a incursiones o alianzas con otros grupos, asumen primero el dominio del área que rodea su capital (Cuzco) hasta alcanzar el control, en 1525 d.C., de un extenso territorio que comprende desde el norte del Ecuador hasta el centro-sur de Chile (4000 Km.). El imperio del Tawantisuyo, la tierra de las cuatro regiones, logra no sólo la unión de extensos y variados territorios, sino su unificación cultural. Posee una población de unos 6 millones de individuos que viven fundamentalmente en pequeños poblados, con una sociedad altamente jerarquizada, dominada por el emperador o Inca Sapa (al que se considera descendiente del Dios Sol). Se destaca la arquitectura en base a bloques de piedra cortados y ajustados con precisión en templos, palacios, fortificaciones y terrazas; la elaboración de textiles producidos por mujeres, jóvenes y ancianos; la cerámica y los objetos de metal (bronce) realizados por artesanos especializados.

En 1532 d.C. un pequeño ejército español comandado por Pizarro conquista el imperio, dando inicio a la etapa colonial.





TEXTILES BOLIVIANOS

Textiles

Centro-sur de Bolivia

Desde hace miles de años, el tejido, más allá de su uso como vestimenta, constituye una de las expresiones estéticas más complejas desarrolladas por distintos grupos étnicos en el espacio andino. Este arte sobrevive con grandes dificultades en las actuales circunstancias de las sociedades indígenas. Dos de estos grupos: Calcha y Tarabuco, del centro-sur de Bolivia, figuran entre aquellos que han logrado mantener sus tradiciones textiles hasta nuestros días.



La actualidad de los tejidos andinos y los hallazgos sucesivos a lo largo de los años demuestran la variedad y la persistencia de la producción textil en la región.

Parecen haber trazado una línea continua en el tiempo, configurándose como una presencia cultural constante.

En el presente, estos textiles constituyen un legado de y para la humanidad, son símbolo del patrimonio cultural de la región andina y un modo de sustento económico para quienes los realizan. A la vez, son herramienta de comunicación intergeneracional e intercultural.

Los tejidos se caracterizan por el uso de elementos naturales como hilos de algodón y fibras de camélidos –llamas, alpacas y vicuñas–, y el manejo de técnicas tradicionales –como el telar de espalda y el huso para hilar las fibras–

Su observación promueve un especial disfrute estético, por la armonía cromática del diseño que presentan. Cada zona –Oruro, Cochabamba, La Paz, Potosí, Sucre– utiliza una gama de colores y diseños propia, lo que permite distinguir unas de otras. Se pueden identificar símbolos antropomorfos y zoomorfos y figuras geométricas que representan el agua, el sol, el aire. La continuación del tejido de estos símbolos hace perdurar la tradición iconográfica de los pueblos andinos.

Un nivel de interpretación más profundo indica una relación entre los símbolos y la vida personal, espiritual y social de la tejedora.

Los textiles pueden ser considerados como un texto que habilita la lectura de expresiones conectadas con lo ancestral, religioso y cultural, o se los puede admirar y contemplar como objetos de la vida común, elaborados por mujeres que pertenecen a una cultura aún viva.

Desde ambas posturas, los tejidos implican el vínculo entre la identidad individual y colectiva, constituyendo la memoria textil* de los pueblos.



*Expresión de Anath Ariel de Vidas.



Dirección: 25 de Mayo 279
C.P. 11.000
Teléfono: (598 2) 916.9360
Sitio web: MAPI
Horario de verano: De lunes a viernes de 13.00 a 18.30 horas. Sábados de 12.00 a 17.30 horas
Como llegar - líneas de ómnibus:
Cutcsa:
Destino Aduana: 4 - 60 - 64 - 102 - 103 - 104 - 105 - 106 - 111 - 112 - 115 - 117 - 121 - 124 - 125 - 126 - 127 - 130 - 133 - 136 - 137 - 141 - 142 - 147 - 148 - 156 - 158 - 161 - 164 - 169 - 171 - 172.
Destino Ciudad Vieja: 60 - 62 - 116 - 117 - 121 - 143 - 180 - 187.
Diferenciales: Destino Aduana: D2.
Destino Ciudad Vieja: D1 - D3 - D5 - D8
Coetc: Destino Aduana: 402 - 456.
Destino Ciudad Vieja: D9
Raincoop: Destino Aduana: 14 - 71 - 77
Destino Ciudad Vieja: 21 - 79 - D10.

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